La estudié cuando cursaba el segundo año de Preparatorios, lo que equivaldría al 6º de Bachillerato en estos días, que la haya conocido recién entonces no sé si habla mal de los profesores que debieron enseñármela antes y no lo hicieron o de cierta desidia mía en no haber reparado en ella debidamente; me inclino por lo segundo. Corría 1977 y en Uruguay no teníamos libertad, se la había engullido un grupo de penosos soberbios ignorantes que, como todos los dictadores creyeron estar por encima del resto de los mortales.
Hoy, en medio de la polémica que se ha instalado sobre cuáles acontecimientos deben ser tomados en cuenta para la celebración de los 200 años de nuestra Historia, me parece que sería importante poner de relieve y ser muy enfático en esta proclama que Artigas lanzó en Mercedes, en abril de 1811. Para que los que amamos la libertad la tengamos siempre presente y para que aquéllos que no la aman tanto, no cometan el desatino de atentar contra ella.
A la empresa compatriotas que la victoria es nuestra, vencer o morir sea nuestra cifra y tiemblen, tiemblen esos tiranos de haber excitado vuestro enojo sin advertir que los americanos del sur están dispuestos a morir antes con honor que vivir con ignominia en afrentoso cautiverio.