miércoles, 4 de mayo de 2011
NOBEL DE LA PAZ: OBAMA, SÍ... GANDHI, NO
No tuvo sentido cuando se lo entregaron, imposible entender cómo se otorgaba un reconocimiento, nada menos que el Nobel de la Paz, a un hombre cuyos méritos estaban lejos de ser probados, quien en el mismo momento en el que estaba siendo distinguido, daba la orden de que miles de tropas norteamericanas fuesen a engrosar las fuerzas ocupantes en Afganistán. De los muchos errores e injusticias que pueden haber cometido la academia sueca y el comité noruego, éste debe calificarse como inadmisible. Algunos sumamos a la incredulidad por el otorgamiento, la esperanza de que en un acto de humildad, sensatez y dignidad, el primer presidente afro-estadounidense declinara aceptar el premio, pero no lo hizo, balbuceó que habría personas con mejores antecedentes que él para recibirlo, pero lo agarró fuerte entre sus manos y se lo llevó. El tiempo transcurrido, lejos de justificar aquella distinción, ha aportado más fundamentos en su contra. El último, el asesinato de Bin Laden en Pakistán. Después de diez años de perseguirlo (lo que habla de no demasiada eficiencia, pero ese es otro tema), lo encontraron. Estaba desarmado pero se resistió (¡¿con qué?!) y lo acribillaron, su cuerpo quedó en tal estado que dudan si mostrarle al mundo las fotos de su cadáver. Como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, el principal responsable de la operación fue el presidente Barack Obama, quien se ocupó de mostrar su regocijo por el hecho a su país y al mundo. Los que pretendemos un estado internacional de derecho, justicia y respeto por los más altos valores humanos, no nos regocijamos, lejos de reivindicar las atrocidades que pueda haber cometido el líder saudí, pretendíamos que fuera juzgado con todas las garantías, dando una muestra de civilidad indispensable. Si miles de inocentes murieron en los atentados del 11-S, ¿cuántos han muerto en la invasión de Afganistán en busca de Bin Laden y cuántos en Irak por el peligro de las armas que nunca existieron? Recuerdo a un niño de unos cinco años o menos, sonriendo en una cama de un hospital de Bagdad, sin piernas y sin brazos, los había perdido después de una incursión norteamericana. Los que estamos contra ese horror, ¿cómo hacemos para que paguen los responsables? Que bueno sería que el premio nobel de la paz 2009 (sí, con minúscula) diera una respuesta y junto con ella devolviera el galardón que nunca mereció.-
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