Las Voces de los Obreros
El 10 de julio de 1923 Montevideo se vio azotada por una de
las peores tormentas de su historia. Mi amada tía Nelly que en aquel momento
tenía 8 años, me contó más de una vez, el miedo que sintió durante ese temporal
devastador. El viento castigaba todo con tal furia que parecía imposible que
algo pudiera quedar en pie, su fiereza podía ser capaz de arrancar los
cimientos de una casa de cuajo… Mi tía niña pensó, en el cenit de la angustia y
la desolación, que ese seguramente sería el fin. Y aterrorizada, lo esperó.
En esa espera funesta permaneció hasta que, de pronto, el ruido casi ensordecedor del viento enfandado pareció decrecer y debajo de su ventana, escuchó las
voces de dos obreros que se dirigían a una fábrica cercana... esa conversación fugitiva, no solo le devolvió el alma al
cuerpo y le tranquilizó su pequeño corazón alborotado, sino que le demostró que el mundo seguiría andando.
Desde chica, he amado esas voces que rescataron a mi tía del
pánico y de esa sensación de irremediable final. Y también he tratado de estar atenta para escucharlas, cada vez que sea
necesario.-