Nunca he
visto como ahora, la crueldad expuesta de un modo tan abierto, tan obsceno, tan
impúdico. Gobernantes sádicos y repugnantes, por decir lo mínimo, en el
pináculo de su soberbia ignorante y malvada, burlándose de humanos con
discapacidades, dejando en el desamparo la dignidad de trabajadores de toda la
vida, separando niños de sus familias, ya sea para dejarlos huérfanos de su
cultura o por tratar a sus padres como delincuentes, cazando a seres humanos
como en los tiempos de la esclavitud, sancionando con dedo acusador a un lado y a otro porque aquello que no les pertenece, no debe existir, admitiendo y
propiciando la muerte de miles y miles de inocentes en guerras creadas para
satisfacer el dominio, y en un caso concreto, llamando guerra lo que es genocidio.
El silencio no puede ser una respuesta. Si no nos mueve la misericordia, como debería ser, que al menos sea el espejo el que nos haga entender que los crímenes contra semejantes que estamos viendo hoy, bien pueden cometerse contra nosotros mañana.
Hubo un tiempo en el que yo escribía sobre otras cosas. Pero hoy no me sale. Mis letras y mi voz son inaudibles, pero es lo único que tengo para que mi conciencia, aun con interrupciones, me permita el sueño en las noches.
Aloma Sellanes
27/7/25