lunes, 10 de octubre de 2016

EL MÍSERO PRECIO DE LA NECESIDAD


Sería bueno que ninguna circunstancia económica obrara como justificativo para que un gobierno de un país democrático se viera obligado a entablar relaciones de dependencia con un régimen tan fuerte económicamente como irrespetuoso de las libertades y los derechos de quienes no aceptan su dogma político.
El presidente de la República Oriental del Uruguay viaja hoy hacia China junto con cuatro ministros, varios asesores, dos dirigentes sindicales y un número importante de empresarios. El país está ávido por conseguir recursos económicos y el gigante asiático resulta seductor, ya es el principal socio comercial y para muchos un tratado de libre comercio sería altamente beneficioso en los magros tiempos que corren.
Por los bolsillos rotos de los trajes gubernamentales, por donde se han escurrido las monedas que supieron ganarse generosamente hace poco, en días propicios para los productos que ofrece el país, se escurren también los principios, las convicciones, las defensas, las reivindicaciones. Los demócratas uruguayos deberán estrechar las manos de los dictadores chinos (si estos así lo quieren), manos cuyos pulgares están acostumbrados a girar hacia abajo, llevándose en ese gesto los más elementales requisitos de justicia.
Saben los políticos, los empresarios y los sindicalistas que viajan, que palabras como Tiananmen o Tíbet deben estar precisa y claramente excluidas del vocabulario a utilizar, saben también que deben mostrarse como felices ignorantes de la existencia de un número tan grande como desconocido de presos políticos, disidentes que en actos de sumo coraje han intentado manifestarse de algún modo contra un régimen totalitario y aniquilador. Tampoco hablarán por cierto, de los atentados contra la naturaleza que está cometiendo China, y cuyas consecuencias son y serán letales para toda Asia y también para el resto del mundo.
Las arcas sedientas del erario público tienen la peculiar y triste habilidad de hacer desaparecer los valores más preciados, porque de nada sirve decir que se los tiene sino se los defiende en la realidad. Por todo esto es que cada día el mundo se vuelve un lugar más injusto y más mezquino… y más seguro para los que pisotean los ideales del respeto, la tolerancia y la convivencia pacífica. Y esto es obra de los abyectos y omisión de los que aparentemente no lo son.-
Aloma Sellanes
10/10/16


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