domingo, 16 de octubre de 2011

EN UN MUNDO MEJOR



Hacía tiempo que con mis niñas no íbamos juntas al cine. La noche de sábado de novios ausentes lo hizo posible. La elección estuvo un tanto debatida pero En un mundo mejor fue la escogida. El horario de la función, 22.30, y la duración, 2 horas, me hicieron temer que, si no lograba ser sólida en acaparar mi atención, terminaría durmiéndome. Nos habíamos propuesto cenar antes de ver la peli, pero como nos sucede generalmente, se nos hizo tarde y convinimos en dejar la cena para después que terminara.

Pero más allá de lo que habíamos supuesto, no vimos una película, nos enfrentamos a una obra maestra. Una obra que abofetea más de lo que abraza, prolífica en cuestionamientos y disparadora de intentos francos por encontrar respuestas. Un testimonio directo de lo arduo y peligroso que resulta en este mundo, pretender ser practicante activo de la no violencia. Y mientras el protagonista principal pone una mejilla y la otra e intenta predicar con el ejemplo, uno de los niños-adolecentes aprende desde pequeño a cambiar golpe por golpe, sumergiéndose en un espiral sin retorno, en el que la violencia será capaz de engendrar más violencia.

Viajamos entre la venganza (ese es el título del film en el idioma original) y el perdón de la bien ordenada realidad danesa, a la cruda y lascerante contemporaneidad africana, con escenas que llevan a cerrar los ojos porque la mirada no admite ni el corazón tolera tanta crueldad, que para todo infortunio, si forma parte de la ficción es porque la realidad la alimenta. La desesperada pregunta de cómo es posible que sucedan tales cosas, no tiene otra respuesta que un enorme caudal de impotencia, también desesperada.

Sobre las actuaciones baste decir que no hay ni un solo desacierto y que si me encontrara por ahí a los protagonistas más jóvenes, nadie podría convencerme que no estoy frente a Elias y Christian.

Cuando termina, cuesta levantarse. Mientras una banda de sonido, acorde a las virtudes de toda la película, nos invita a retirarnos, el físico obedece no muy convencido, mientras la conciencia va a seguir por mucho tiempo interpelada.

No sería mala idea que fuera una película que se debatiera en distintos ámbitos, entre ellos y con énfasis, los educativos.

Fue reconfortante haberla visto con mis hijas. Eso sí, la cena nos quedó pendiente, el apetito se esfumó después de semejante intensidad.-

Aloma Sellanes

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