Empezaste
a escribir después que yo y cuando me mostraste lo que escribías lo hiciste con
el pudor de una adolescente. Ahí se invirtieron un poco los roles porque si
bien yo era muy joven, ya llevaba algunos años recorriendo los ilimitados
senderos de una hoja de papel, blandiendo como espada una lapicera. No
escribiste muchos poemas pero todos estuvieron cargados de una profunda
tristeza y melancolía. Los he guardado pero no los leo muy seguido,
comprenderás por qué… perdoname la cobardía. Un sábado 21 de enero como hoy,
pero del 93, festejamos tu último cumpleaños. Después quedó el sabor a vacío de
pasar por ese día, tu día, sin vos. Este será uno más, pero con un toque
distinto… estoy publicando uno de tus poemas, para que algunos ojos más, no creas
que muchos, lean lo que un día escribiste… y añadiré una foto sacada con un
celular, (sí, con un teléfono) de tus manuscritos y una de las dos juntitas,
con cierta vanidad, o una de vos sola, corresponde más… También intentaré responder
a tu pregunta final.
Sín
título
Íride
Zibechi (alrededor de 1992)
¡Cuántos
se han ido!
¡Cuántos
se están yendo!
Y yo he
vivido
¿Cómo?
¿De qué manera?
¿Cómo
he sido? ¿cómo soy?
Quise
escalar montañas
Y solo
subí escalones
Quise
danzar y solo he bailado
Amé y
no fui amada…
Quise
ser mejor y he fracasado…
Pero te
tengo a ti
Y a los
que tú tienes
Entonces…
al diablo con la montaña,
con la
danza y con el amor
¡Tú sos
mi amor! Mi flor
Mi todo
El
árbol que he plantado y me cobija
Que me
ha dado los frutos más dulces,
Más
tiernos, más queridos
La
puerta de entrada
Me la han
abierto hace 66 años
Y estoy
frente a la cancel
Ese es
mi humilde y simple recorrido por la vida
Y ahí
estoy de pie, esperando ¿cuánto? ¿cómo?
Cuando
la traspase caminaré hacia el fondo
Lentamente
Buscando
a unos viejos queridos que esperan a tres hijas
A un
perro negro con ojos muy brillantes… y puede suceder
¿quién
lo sabe?
Tal vez
suba a la montaña, tal vez dance… tal vez…
¿tú que
crees?
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¿Qué creo,
mamá?... pues creo que en ese desconocido más allá, tu admirado Fred debe haber
llegado con sus pies alados muchas veces hasta ti para hacerte deslizar por una
pista que, como los deseos, no tiene límite…
Y creo también que habrás escalado montañas y llegado a las cimas más
altas, recordando al monje que una vez las atravesó huyendo y a quien quisiste
homenajear dándome un nombre que luego no me pusiste, pero que igual marcó
positivamente mi vida.
… Y
finalmente, para cambiar esa sentencia tan pesimista sobre el amor… me animo a
asegurar que en ese lugar distinto habrás
hallado el amor con sabor a eternidad que aquí no pudiste encontrar…
Te
quiero, ma.
3 comentarios:
Querida Aloma,
Realmente me emosionó y conmovió, es mas, me hizo llorar....
Te quiero, un beso grande
Aloma, yo también extraño a mi madre.
Gracias, Pilar, recién veo tus cálidos comentarios, beso grandote
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