Hoy, la banda
está de luto. La banda de chiquilines veteranos que se conoce desde los
primeros años de la infancia, en unos casos, y desde los albores de la
adolescencia, en otros, ha visto con inevitable dolor como se extinguía la luz
de uno de sus muy amados miembros.
Y defino
como luz, algo que con el correr de los años, al estar dentro del grupo hemos incorporado,
algo que nos ilumina a todos y cada uno, y que, a su vez cada uno emana. Y no
me refiero a una luz trascendental ni superior, simplemente a una luz que contiene,
que nos cobija y que hace que cada poco tiempo nos reunamos para que nos
alimente y en reciprocidad, alimentarla.
Después de
cuatro meses de luchar en desventaja contra una enfermedad impiadosa, a la que
enfrentó con encomiable dignidad y entereza, Marito, el botija flaquito e
inquieto que conocimos en nuestra lejana infancia y el hombre bueno con el que
compartimos tantos momentos de nuestra adultez, se ha convertido en una luz diferente que siempre estará con nosotros
hasta que nos reunamos con él, en alguna
de las eternidades posibles.
Entre todo lo
que nos brindó, Marito nos hizo conocer a Gra, su entrañable compañera hasta
sus ultimas horas, a quien valoramos profundamente y abrazamos en este momento
de profundo dolor.
¡Te queremos,
hermano!
Marito haciéndonos adiós. Su mano en alto y su mejor sonrisa
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